El expresionismo abstracto

Existe la necesidad de sentir la experiencia: intensa, inmediata, directa, sutil, única, cálida, vívida, rítmica.

Robert Motherwell, 1.951

El término Expresionismo Abstracto comienza a utilizarse en los años 20 para describir las primeras obras abstractas de Vasili Kandinsky y otros pintores no figurativos.

Sin embargo, mas tarde se relaciona con frecuencia para describir la pintura del grupo de pintores norteamericanos o residentes en los Estados Unidos que destacaron durante los años cuarenta y cincuenta, entre los que se encontraban Willem de Kooning, Archile Gorky, William Baziotes, Adolph Gotlieb, Philip Guston, Hans Hofmann, Franz Kline, Robert Motherwell, Lee Krasner, Barnett Newman, Jackson Pollock, Ad Reinhart, Mark Rothko, Clyfford Still y Mark Tobey.

 

 

 

Estos pintores sentían que la verdadera esencia del arte son las emociones del hombre, su inquietud interna, su torbellino interior, y con este fin explotaron los aspectos fundamentales del proceso de la pintura (gesto, color, forma, textura) para extraer todo su potencial expresivo y simbólico. Compartían con sus contemporáneos europeos una visión romántica del artista como un ser alejado de las grandes corrientes de la sociedad, una figura comprometida moralmente con la creación de un nuevo tipo de arte que pudiera enfrentarse a un mundo irracional y absurdo.

 

 

 

El término expresionismo abstracto fue introducido en un artículo sobre la obra de Gorky, Pollock y De Kooning, aunque era solamente un de los muchos que se utilizaban en la época para denominar la pintura moderna no figurativa. Estaba la American-Type Painting, el movimiento Action Painting, y la Colour-Field painting… cada uno describía un aspecto diferente del expresionismo abstracto. Action Painting definía el compromiso corporal del artista que aparece en las pinturas por goteo de Pollock, en la violenta pincelada de De Kooning y en las monumentales formas en blanco y negro de Kline. No obstante, los artistas de este movimiento rechazaron el término por entender que su obra no era abstracta en sentido estricto, y que no tenían ninguna relación con el expresionismo alemán. Se considera como el primer movimiento genuinamente estadounidense.

 

 

Aunque con estilos diversos, estos artistas compartían muchas experiencias e inquietudes artísticas que se complementaron con la visión de una nueva generación de profesores, como Hofmann, quien había compartido sus experiencias con la vanguardia europea antes de llegar a Nueva York. Se juntó con otros artistas europeos en busca de refugio durante la segunda guerra mundial, especialmente los surrealistas André Breton, Roberto Matta, Yves Tanguy y Max Erns, y este fue un momento decisivo en el desarrollo del expresionismo abstracto. El concepto surrealista del “automatismo psíquico” como un medio de conseguir el acceso a las imágenes reprimidas y a la creatividad causó un intenso impacto entre los jóvenes pintores estadounidenses.

 

 

Esto coincidió con el creciente interés por el psicoanálisis de Jung en Nueva York. Carl Jung postulaba la existencia de un “subconsciente colectivo”, un conocimiento innato de la humanidad como especie que está formado por arquetipos, por una serie de mitos, símbolos e imágenes primordiales no aprendidas. Esta poderosa intersección entre las influencias culturales y las intelectuales convertía el acto del artista en un acto existencialista de compromiso, con implicaciones de carácter épico. Para el artista, esta espontaneidad del automatismo no era solo un viaje de autodescubrimiento, sino la revelación de mitos y símbolos, un acto al mismo tiempo personal y colectivo. El arte y el artista no tan solo eran necesarios, sino exaltados.

 

 

Aunque muchas de sus obras son abstractas, los propios artistas insistían en que no carecían de tema. Por el contrario, defendían que importancia del tema en su obra. En una carta a modo de manifiesto para el New York Times de 1943, Rothko, Gottlieb y Newman declararon conjuntamente: “No existe una buena pintura sobre nada. Afirmamos que el tema es crucial y solo es válido el tema que es trágico y atemporal”.

 

 

 

 

 

 

 

 

En 1948, Baziotes, Motherwell, Rothko y el escultor David Hare, fundaron la escuela “los temas del artista”, y según Motherwell, el nombre se escogió expresamente para “hacer hincapié en que nuestra pintura no era abstracta sino que tenía un tema muy claro”.

 

 

 

 

 

 

 

 

Lo que en último extremo buscaban los artistas era subjetivo y emocional; eran “las emociones humanas básicas” (Rothko), “solo yo mismo, no la naturaleza” (Pollock), “la búsqueda del significado oculto de la vida” (Newman), “poner un poco de orden en nosotros mismos” (De Kooning), “unirse uno mismo con el universo” (Motherwell),

 

 

 

 

 

La nueva generación de artistas se enfrentó al reto con sorprendentes y espectaculares obras. Arshile Gorky, quién bebió de las fuentes de surrealismo, puede considerarse como el primer expresionista abstracto. Estaba especialmente influido por el arte abstracto de Kandinsky y Joan Miró, cuyas formas biomorficas alimentaron sus principales obras.

 

 

 

 

Su íntimo amigo De Kooning, quién reconoció la influencia de Gorky, también pintó abstracciones biomorficas, pero es más conocido por sus figuras humanas, y especialmente por las imágenes de mujeres jóvenes americanas, que se hicieron muy populares al mostrarse en todas las vallas publicitarias del país. Se hizo famoso con su serie Mujeres realizada en los años 50, en la que la violencia expresiva de sus pinceladas creaba una imagen monstruosa pero memorable de ansiedad sexual.

 

 

 

 

 

 

El pintor más conocido de la Action Painting sigue siendo Jackson Pollock. Filmado mientras trabajaba y fotografiado por Hans Namuth para la revista Life, “Jack the dripper” se convirtió en el arquetipo del nuevo artista. En 1950 puso en práctica un innovador método que consistía en colocar el lienzo sobre el suelo y dejar gotear la pintura sobre éste directamente del tubo o con un palo o una llana, lo que creaba imágenes laberínticas que él describía como “energía y movimiento hechos visibles”.

 

 

 

 

Lejos de ser improvisados, sus cuadros eran muy disciplinados, y presentaban un apurado sentido de la armonía y el ritmo. El psicoanálisis de Pollock se reflejaba en sus cuadros, en los que hay varias referencias a aspectos místicos, como altares, predicadores, tótems y chamanes.

 

 

 

 

Otro tema constante en la obra de Pollock, el paisaje de Estados Unidos, encuentra réplica en las pinturas de Clyfford Still o de Barnett Newman, grandes lienzos que evocan las escarpadas montañas y vastos llanos del oeste, una vez más en términos épicos. La firma de Newman era el “vigor” que emanaban sus cuadros, la línea vertical que, para algunos críticos simbolizaba el transcendentalismo estadounidense, un momento de iluminación.

 

 

 

 

 

No obstante, el más religioso de los expresionistas abstractos fue Mark Rothko. Sus maduros cuadros, ejecutados en pleno auge del consumismo estadounidense, evocan una profunda espiritualidad e invitan a la contemplación. Los amontonados trazos horizontales de intensos colores parecen flotar y resplandecer, iluminados con un brillo etéreo.

En su última serie importante de lienzos, producida para la capilla Rothko de Houston y acabada poco antes de suicidarse, quería crear un entorno inspirador de temor reverencial tan poderoso como el del arte religioso en la época medieval.

 

 

 

 

 

 

Durante los años cuarenta y cincuenta, la obra de los expresionistas abstractos fue defendida por numerosos críticos, y se expuso en la galería Art of This Century de Peggy Guggenheim, y en otros centros dedicados al arte contemporáneo. En 1951 el movimiento recibió el reconocimiento de las instituciones con la exposición “Pintura y escultura abstracta en Estados Unidos”, organizada en el Museum of Modern Art de Nueva York. Durante la época de la guerra fría, cuando la Unión Soviética había sancionado el realismo socialista y los políticos y críticos conservadores de Estados Unidos acusaban al arte abstracto de “comunista”, sus adeptos propugnaban el expresionismo abstracto como prueba de libertad e integridad artísticas.

 

 

El expresionismo abstracto fue considerado en sus inicios como un movimiento pictórico, pero también la fotografía abstracta de Aaron Siskind y las esculturas de Herbert Ferber, Hare, Ibram Lassaw, Seymour Lipton, Reuben Nakian, Newman, Theodore Roszak y David Smith pueden considerarse como pertenecientes a este movimiento. Estas obras van desde lo emotivo hasta lo sereno, con temas que tratan desde lo más personal hasta lo universal. Smith fue el escultor más importante de la época y trabajó con hierro y acero. En sus grandes esculturas explotó el potencial expresivo de los diferentes colores y superficies.

 

 

 

Pintó algunas de ellas, utilizando el acero inoxidable pulido para otras piezas exteriores con el fin de incorporar el cambio de colores y la luz solar del paisaje circundante en sus obras, mientras que con otras prefería dejar que se oxidasen para conseguir un rojo profundo. Para Smith, este rojo orín “es el rojo del mítico oeste oriental; es la sangre del hombre, es un símbolo cultural de vida”. Pulidas u oxidadas, Smith bruñía las obras con un cepillo de alambre, produciendo delicados remolinos que provocaban un impresionante contraste con su masa arquitectónica.

 

 

 

El expresionismo abstracto recibió el reconocimiento internacional después de la exposición itinerante del MoMA “La nueva pintura estadounidense” que recorrió ocho países europeos. El dominio del expresionismo abstracto constituyó un importante punto de partida para los que continuaron su camino. Los diferentes aspectos e interpretaciones de su obra fueron la semilla de movimientos de índole tan variada como el arte abstracto pospictórico, el minimalismo o el arte de la performance.